“en los cuales el
dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les
resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen
de Dios.”
II Corintios 4:4
En este mundo hay muchos tipos de dioses. Pese a que la civilización
ha superado la etapa politeísta y hoy en día se cree en la existencia de un
solo Dios, al que cada una de las grandes religiones del mundo (cristianismo, judaísmo,
islamismo, budismo, etc.) nombra de un modo distinto; perviven unos dioses o
ídolos al que nadie nombra como tales, pero a los que la sociedad moderna rinde
un culto extremo.
Lamentablemente en estos días próximos a la celebración del nacimiento
del Hombre más importante de la Historia, el Hijo de Dios, Jesús el Cristo,
muchas personas corren de aquí para allá rindiendo adoración al “dios consumo”,
buscando ofertas, comprando para satisfacer sus humanas vanidades; luego
seguirán adorando a la “diosa gula” y otras entidades propias de nuestro sistema
social materialista y hedonista, movido sólo por el placer.
Todo ello sólo nos hace permanecer ciegos ante aquella luz sencilla
pero profunda, que es el Evangelio predicado y vivido por Jesús, cuando visitó
esta tierra. Tras esos “dioses” está “el dios de este siglo” que nombra la
Escritura, el ser de oscuridad, enemigo de Dios cuyo único fin es enceguecer
nuestro espíritu para que no sigamos al Amor de los Amores y nos deprimamos, estresemos,
odiemos, seamos egoístas y sin misericordia ni piedad.
Dios en Su inmenso amor y comprensión, sabiendo de nuestra pobre fe y
la necesidad que tenemos de ver para creer, envió a Su Hijo a este mundo como
prueba de Su existencia y de Su gran amor. Se mostró a la Humanidad, en
Jesucristo quien es “la imagen de Dios”.
Padre:
En esta Navidad te damos
gracias por iluminarnos con la luz de tu Amor y Verdad
en la persona de Jesucristo.
Te pedimos que vengas a reinar
en nuestros corazones
y nos guíes el resto de nuestras vidas.
Amén.
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