jueves, 1 de diciembre de 2011

(DÍA 1) LA PRIMERA PROFECÍA

“14 Y Jehová Dios dijo a la serpiente: Por cuanto esto hiciste, maldita serás entre todas las bestias y entre todos los animales del campo; sobre tu pecho andarás, y polvo comerás todos los días de tu vida. / 15 Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar.”
Génesis 3:14,15


Una vez el Señor habló a la serpiente con dureza. Todos conocemos a estos reptiles. Algunos los aman y otros le tienen miedo y repulsión, pero en verdad son como todas las criaturas, seres inocentes. En verdad Dios le habló a la “serpiente antigua”, al diablo que tomó esa apariencia animal en el Edén. Él es un mentiroso, que hasta el día de hoy toma diversos ropajes para engañar y tentar al ser humano a desobedecer a Dios. Por ello decimos en el Padrenuestro “no nos dejes caer en la tentación”.

La maldición que pronunció el Señor sobre Satanás fue arrastrarse en esta tierra, no poder estar en Su presencia ni disfrutar de la gloria que viven los ángeles. Comer polvo es humillarse ¡Dios hace morder el polvo a todo aquél que se le rebela!

Además profetiza al ángel caído que habrá una guerra entre él y la mujer, es decir entre Satanás y la descendencia de Eva, madre de los vivientes. Desde el momento de la caída del Hombre en el pecado, se declaró una guerra a muerte entre el bien y el mal, entre los ángeles del diablo y los descendientes de la primera pareja humana. En este verso se señala tempranamente que la descendencia de esa mujer “herirá en la cabeza” al poder del diablo. Tal cosa significaba que Satanás sería vencido. Y así fue; a pesar de que el diablo atacó a Jesucristo por medio de Judas, los fariseos, sacerdotes y herodianos, su crucifixión fue solamente “una herida en el talón” que ni siquiera desestabilizó el poder del Hijo de Dios, pues éste resucitó victorioso de entre los muertos, venciendo por nosotros a Satanás que nos hirió con el pecado. Hoy los creyentes disfrutamos de la salvación, el perdón y amor de Dios para siempre. La profecía de Génesis se ha cumplido. ¡Alabado sea el Señor!

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