miércoles, 7 de diciembre de 2011

(DÍA 7) LA DIVINA CONCEPCIÓN.



“El nacimiento de Jesucristo fue así: Estando desposada María su madre con José, antes que se juntasen, se halló que había concebido del Espíritu Santo.”
Mateo 1:18


Más que sus escritores, es el Espíritu Santo quien habla a través de las Escrituras. La Biblia tiene muchos escritores, pero uno sólo es su autor: Dios. En este versículo el Autor quiere dejar muy claro cuál es la procedencia de Jesús. Categóricamente nos dice: “El nacimiento de Jesucristo fue así”, y procede a puntualizar tres aspectos muy importantes de Su nacimiento.

1) “Estando desposada María su madre con José”. La madre de Jesús aún no había contraído nupcias con José, sino que tan sólo estaba comprometida. Hoy diríamos que estaba de novia. Aún era una mujer virgen soltera. En esa condición ya había sido fecundada por el Espíritu, sin intervención humana.

2) “antes que se juntasen” es decir antes que tuviese relaciones sexuales, María concibió un hijo. El hecho es un milagro, algo totalmente fuera de lo normal. Todos los seres humanos nacemos de una madre y un padre. Con Jesús no fue así. Sólo tres seres humanos han nacido sin necesidad de un padre humano: Adán que fue hecho de barro por Dios; Eva que fue hecha de una costilla de su esposo, por Dios; y Jesús, que sólo tuvo madre humana pero no padre, porque Su Padre fue Dios. No podría haber sido de otra forma; si el pecado entró en seres sin padre humano, la salvación debía provenir de un Ser con la misma condición. Pero debía ser de “la simiente de la mujer” y por tanto necesitó nacer de una madre humana.

3) “se halló que había concebido del Espíritu Santo” La Biblia es clara: la mujer fue fecundada por un agente externo a la Humanidad, por un Espíritu sin pecado y glorioso, el Espíritu Santo de Dios. Él cubrió a María y fecundó a un Ser Santo, nuestro Salvador.

El nacimiento de Jesucristo requería de la absoluta disposición de una mujer para ser receptáculo del Santo Hijo de Dios. Además requería nacer como humano y no aparecer en esta tierra, como podría hacerlo un ángel. Era imprescindible que fuese parido como todo ser humano, dada la misión redentora y de sustitución que debería cumplir; por tanto requería de una madre. Un padre obviamente no podría traerlo al mundo. Como Jesucristo debía ser Hombre y Dios a la vez, su fecundación necesitaba ser hecha por el mismo Dios. María aportó la carga genética humana y el Espíritu Santo la condición Divina.

Nada más sublime que la concepción del Hijo de Dios en el vientre de la virgen María. Nunca dejamos de sorprendernos al leer este pasaje de la Historia Sagrada. La concepción de una criatura es siempre, de algún modo, el resultado y la expresión más vívida del amor entre un hombre y una mujer. En el caso de Jesús es la expresión del Amor de Dios más la obediencia y fe de María, una mujer santa.

En esta Navidad, del mismo modo debe haber en cada creyente un nacimiento espiritual. Necesitamos ser fecundados por el Espíritu Santo para que nazca en nosotros la personalidad de Jesús, “lleno de gracia y de verdad”.

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