viernes, 23 de diciembre de 2011

(DÍA 19) DIOS MANIFESTADO.

“Sucedió que cuando los ángeles su fueron de ellos al cielo, los pastores se dijeron unos a otros: Pasemos, pues, hasta Belén, y veamos esto que ha sucedido, y que el Señor nos ha manifestado.”
Lucas 2:15


Los ángeles estuvieron con los pastores. ¿No han estado con nosotros los ángeles todo el tiempo? Se dice que cada creyente tiene un ángel guardián que le cuida de enemigos y peligros. El salmo dice que el ángel de Jehová acampa a nuestro alrededor (Salmo 34:7). Jesús fue ministrado o servido por un ángel cuando sufría lo indecible, hasta derramar lágrimas de sangre, antes de ser apresado. Tal vez estando en oración, usted alguna vez ha sentido la presencia de un ser invisible. Luego desaparecen o no les sentimos más, pero en verdad siguen allí. Los ángeles son una realidad sobrenatural que impregna y cohabita esta realidad natural en que vivimos. No propiciamos el culto a estas criaturas creadas por Dios, pero sí el estar conscientes de su existencia y presencia protectora. Hacerlo da seguridad al cristiano.

Como aquellos pastorcillos, luego de haber experimentado esa “epifanía” o manifestación sobrenatural, hoy día nosotros somos invitados al Belén espiritual para contemplar a Jesús, el Mesías prometido. “Veamos esto que ha sucedido, y que el Señor nos ha manifestado”, oremos al Señor y visualicemos Su encarnación, veamos cada detalle de Su nacimiento como Hombre. Adoremos a Jesús, el Hijo de Dios, con nuestros labios y corazón sincero, ofreciéndole nuestra vida. Cantémosle en la noche de Navidad, esa que llamamos Nochebuena, alabanzas que expresen el amor que anida en nuestros corazones por Él, el Salvador del mundo. La Navidad no es para celebrarnos a nosotros mismos, no es para recibir regalos ni para exaltar a otros hombres, sino para celebrar al Hijo, ofrecerle nuestros dones y exaltarlo a Él.

Para los pastores que fueron visitados por ángeles, primero fue la revelación y luego la comprobación de ese anuncio, yendo a Belén. Para nosotros la Biblia y las palabras del Evangelio son la revelación del Señor; disfrutar hoy día de la salvación, tener la libertad de dirigirnos a Dios por medio de la oración, y disfrutar internamente del Espíritu Santo, son la comprobación de ese maravilloso anuncio angélico, que Cristo ha venido a este mundo para darnos salvación.

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