viernes, 16 de diciembre de 2011

(DÍA 14) UN HEREDERO DEL TRONO DE DAVID.

Rey David

“Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre”
Lucas 1:32

JESÚS, hermoso nombre para ser pronunciado por los hombres en todo tiempo; en tiempo de abundancia, en tiempo de escasez, cuando estamos en problemas pero también cuando todo va bien. Jesús, el Salvador, fue anunciado como “grande”. En el mundo hay hombres que destacan en un deporte, en las artes, en la ciencia o en otra de las tantas actividades humanas. Se les otorga premios, aplausos, y se les admira, se les pone como ejemplo, pero es muy probable que en otras áreas ellos no sobresalgan y hasta sean un mal ejemplo. Se les llama “grandes hombres” y “grandes mujeres”, pero esa grandeza es limitada. No así Jesucristo, el niño que nació en Belén de Judea. Él será GRANDE y ha de ser llamado Hijo del Altísimo.

Todos los seres humanos, por ser criaturas de Dios, somos en cierto modo sus hijos. El Evangelio llama hijos a los que han nacido de nuevo y han creído en Jesucristo: “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; / los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.” (San Juan 1:12,13). Pero sólo uno es el Unigénito Hijo del Padre; Jesús es el Hijo de Dios, la Segunda Persona de la Trinidad.

Por ser GRANDE e HIJO DEL ALTÍSIMO, Dios lo puso en el lugar más importante de la creación, en el trono de David. Esta es una posición de autoridad. Significa que Jesús es la máxima representación de Dios en el universo. A Él están sujetas todas las criaturas espirituales y materiales; bajo su dominio camina la vida; nada hay que escape a su control. Hoy toda la autoridad Divina se ha delegado en Cristo, hasta que Él regrese y llame a Sí a todo ser humano y juzgue esta creación, incluidos los ángeles que cayeron en desobediencia.

A este Dios grande, Hijo del Altísimo; máxima autoridad del universo, servimos nosotros, los cristianos. En estos días celebramos Su nacimiento y nos alegramos de estar bajo Su cobertura espiritual.
 

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