sábado, 10 de diciembre de 2011

(DÍA 10) UN REY PARA LOS SABIOS.

“Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra.”
Mateo 2:11



Jesús no solamente fue reconocido Rey por los humildes o sencillos de la tierra, sino también por los sabios. Los sabios del oriente viajaron una gran distancia para poder ver al pequeño Rey que había nacido, mas su visita no era una simple curiosidad por conocer al nuevo Rey , sino que tenía un doble propósito: adorarle y darle regalos. Cada regalo tenía relación con el Niño: oro, incienso y mirra.

(Éxodo 25:10-12) El oro es el primer metal utilizado para el culto a Dios, probablemente por su valor, dado su escasez, como por su brillo, que nos hablan de la luz y el poder de Dios. Le entregaron oro porque era un Rey y este metal precioso lo representaba. Todos sabemos lo que es el oro: el metal valioso que acostumbramos relacionar con la riqueza y el poder. Antiguamente las monedas de más alto valor eran de oro. Entonces no existía el papel moneda, esto es, lo que hoy llamamos "billete". El oro traído al pesebre de Belén fue, pues, un regalo simbólico. Es como si al depositar a los pies del niño Jesús el cofre con monedas de oro, el primer sabio de Oriente hubiese dicho: "Te traigo oro porque reconozco en Ti al que ha de tener más poder que todos los reyes de la tierra, al que ha de ser Rey de los Reyes".

(Éxodo 30:1,7,8,9) El incienso es el perfume sagrado del Tabernáculo en el Antiguo Testamento, ofrecido a Dios en el altar del sahumerio. Porque Jesucristo es Dios y como tal debe ser adorado, se le ofreció al Niño Jesús. El incienso es una resina olorosa que se quema en ceremonias religiosas, un producto oriundo del Oriente. Su uso como símbolo de adoración a Dios o de respeto a cosas relacionadas con la Divinidad, es una tradición muy antigua, anterior al cristianismo. El incienso sigue usándose hoy en ceremonias religiosas de varias iglesias cristianas. Es utilizado en la liturgia de la Iglesia Católica Romana, la Iglesia Ortodoxa Griega y la Iglesia Anglicana. El incienso fue otro regalo simbólico en el pesebre de Belén. Es como si al depositar a los pies del niño Jesús el cofre conteniendo incienso, el segundo sabio de Oriente hubiese dicho: "Te traigo incienso porque reconozco en Ti al que todos han de reconocer como a su Dios verdadero” El incienso nos recuerda que Jesucristo es Dios.

(Éxodo 30:22-33) La mirra es la goma preciosa producida por un árbol de Abisinia y Arabia, es y significa amargo. Es un ingrediente del óleo santo, usado para perfumar tanto a vivos como a muertos. A nuestro Salvador se le ofreció vino mezclado con mirra, o hiel por su amargor, una especie de narcótico, en la cruz, pero Él lo rechazó (San Marcos 15:23; San Mateo 27:34). Jesucristo un día sufriría la amargura por amor a aquellos por los cuales vino. La mirra es una sustancia perfumada que los antiguos tenían por un bálsamo precioso. Viene en forma de lágrimas y tiene un color rojizo. He aquí, pues, características que pueden convertir la mirra en un símbolo del hombre: el color rojo representaría la sangre, la forma de lágrima representaría el dolor. La mirra simbolizaría así la sangre y el dolor del hombre convirtiéndose en bálsamo para el género humano. ¿No fue Jesús, precisamente bálsamo para nosotros al sufrir la tortura de la crucifixión? La mirra constituye otro regalo simbólico en el pesebre de Belén. Es como si al depositar a los pies del niño Jesús el copón conteniendo mirra, el sabio de Oriente hubiese dicho: "Te traigo mirra porque reconozco en Ti al Hijo del Hombre que ha de sufrir y derramar su sangre por salvar a la humanidad doliente"

Estos tres elementos sagrados, fueron los regalos de los sabios para el Niño Jesús. En esos obsequios reconocieron Su calidad de Rey, de Dios y de Hombre. Jesús recibió los regalos porque Él era el celebrado y sólo Él debe ser celebrado en esta Navidad. Para los sabios que vinieron del oriente Jesucristo fue un Rey. Si tú también eres sabio, sabrás reconocer en Él a tu Rey. ¿Has pensado que vas a regalarle al Rey en esta Navidad?

¿Quieres recibir a este Niño como tu Señor y Salvador? Lo mejor que podemos ofrecer al Señor es nuestra vida, para que Él la transforme y utilice para Su gloria. Atrévete hoy a entregarle tu vida a Jesucristo.

Esta Navidad Él quiere vivir en ti; esta Navidad Él quiere tu obediencia; esta Navidad Él desea que le conozcas; que confíes en Él; que le traigas frutos; que dependas sólo de Él; que cambies tu manera de hablar; que estés atento en la oración; que cambies tu manera de pensar; que te arrepientas; esta Navidad Él quiere que estudies Su Palabra; que hagas tesoro en el cielo; que ames a tu prójimo; que perdones a tu ofensor; en fin, que le entregues tu vida y lo ames con toda tu mente, con todas tus fuerzas y con todo tu corazón. ¿Puedes hacerle este regalo a Él en esta Navidad?

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