viernes, 2 de diciembre de 2011

(DÍA 2) UNA SEÑAL MARAVILLOSA.

"El Señor mismo os dará por eso la señal:
He aquí que la Vírgen concebirá, y dará a luz un hijo,
y será llamado Emmanuel su nombre"
Isaías 7:14

¿Cómo se reconocería al auténtico Mesías? En primer lugar Dios mismo daría una señal. Cuando nosotros necesitamos comprobar que cierto asunto personal es voluntad del Señor, requerimos una señal de Su parte. A veces no vemos con claridad qué camino tomar, tenemos que discernir entre dos alternativas. ¿Qué hacer? Necesitamos una señal de Dios. En el pueblo hebreo surgían hombres inteligentes y sabios, había algunos con gran liderazgo… pero ¿Cómo reconocer al Enviado de Dios, al Mesías prometido, esa “simiente” de la cual hablaba la profecía?

Esta es la señal primera, la más cierta. Dios no esperaría a que naciese el Mesías, Su Verbo Encarnado, Su Verdad hecha Hombre, sino que le daría a conocer desde el mismo momento en que fuese engendrado en el vientre de Su madre. La señal contundente sería que una “virgen” concebiría un hijo; en hebreo una “álmáh”, es decir una muchacha joven en edad de contraer matrimonio. La Biblia no dice “betuláh”, que sólo significa virgen y que no hace referencia a otra cualidad. Tampoco usa el nombre “náaráh”, muchacha pero no virgen. Se subraya esta señal, anunciándola con un “He aquí…” Nada más sorprendente que una mujer virgen, sin intervención de varón, quede embarazada. De lo contrario, la concepción de Jesús habría sido un hecho común que a nadie causaría sorpresa. Es una señal poderosa, una obra milagrosa de Dios que denota que la paternidad del Ser que nacería de esa virgen, sería extraordinaria, Divina.

Luego nos habla de Su Nombre, de cómo se nombraría al Hijo de la Virgen. Siglos después, cuando el ángel Gabriel visita a María, se le asigna el mismo nombre, Emanuel, que significa “Dios con nosotros”, porque es un Hijo Divino. Jesucristo es humano por nacer de una mujer, pero también es Divino por ser engendrado de Dios. Muchos hombres buenos hay en el mundo; pueden surgir líderes respetables; también los hay y habrá inteligentes y sabios maestros; aún pueden fundar hermosas y profundas religiones o escuelas filosóficas; pero ninguno de ellos es Dios. Jesucristo fue anunciado por profecías miles de años antes de su nacimiento como hombre; fue engendrado de un modo excepcional por el Espíritu de Dios; y nació de una mujer virgen. ¿Qué prueba más concluyente que Él es el Hijo de Dios? En esta Navidad recordaremos y celebraremos esta maravillosa señal.

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